Mimos Desde siempre me han atraído los mimos. Su capacidad de comunicar emociones profundas sin palabras, solo con gestos, miradas y silencios, me conmueve. En ellos encuentro una expresión desnuda, honesta, casi infantil, pero cargada de una melancolía que los hace únicos. Este cuadro representa a un hombre y una mujer mimos, personajes que para mí simbolizan tanto la belleza del arte como la vulnerabilidad del ser humano. La lágrima negra no es solo un adorno ni un cliché. Es una huella visible de lo invisible: del dolor escondido, de las emociones contenidas, de la tristeza que a veces acompaña al acto de hacer reír o conmover a otros. Es una metáfora de las máscaras que usamos a diario y del precio emocional que puede tener el mostrarse ante el mundo. Los mimos, con su silencio, dicen más de lo que muchos logran con palabras. El pintar mimos es mi forma de rendir homenaje a esa sensibilidad silenciosa que siempre me ha fascinado.